viernes, 26 de junio de 2009

…me acosté con Satán


Y al principio me gustó, pero ya no. Se te oscurecen los días, se te nublan sin razón, te entorpecen con el mundo y sin saberlo te alejan de la ilusión. Hundida sin saber que decir, reclamas a gritos la ayuda de nadie, porque nadie es quien quieres que te ayude. Profunda es la tristeza, profunda la alegría, los llantos sin explicación y las risas con gran exclamación. Me pregunto mirando al sol cuantos años serán los que trasnocharemos tu y yo… sientes el miedo en la punta de tu piel, en la cima notas que nunca podrás estar, y que todos lo estarán… A veces ves lo duro que será la separación y ves que nunca dejarás de amar a Satán, en el fondo de tu razón, tú corazón sólo lo rehuye, le tiene pavor. Y a veces te dan ganas de gritárselo al mundo, pero no, lo piensas dos veces y... ya no. Que tristes son los días contigo y que felices sin ti… pero luego has de regresar, cansado de tanta separación y de nuevo acechas con un descanso en mi almohada y pretendes quedarte aquí a vivir, a mi lado, bien cerca, susurrándome cada vez que quiero y no puedo… “dueño de toda la ciudad” de mi pequeña y troyada ciudad, “y ahora sólo quieres dormir”. Tus conexiones te juegan malas pasadas, tus lágrimas también, tú te escondes y te refugias en la paz del no pensar, del no querer saber, del no reaccionar… “Llevas razón, al decir que el mundo no se acaba en esta habitación”…antes pensaba, que era tu amante y odiante de tu sonrisa, y ahora veo que soy tu esposa sin condición, arrastrante de la aflicción que me impones, que me impuse… Nunca pensé que todo esto fuera a pasar, me mentí sin saberlo y “me has dejado tirada”… No quiero buscar culpables, sólo soluciones.


y ya no me gusta…



“Acaba de empezar una aventura en esta ciudad y ya me he vuelto loca de pensar…”




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